Tiene sólo 16 años y una historia marcada por la presencia de un extraño síndrome que le ha provocado enfrentar grandes dificultades que la han marcado con profundas huellas de dolor, que hoy, gracias a la ayuda del alcalde de la ciudad, Eduardo Soto, comienzan a sanar.
Sus ojos se iluminan y un ángel parece hacer brotar su hermosa sonrisa. Entre nerviosismo y timidez saluda al alcalde de Rancagua, Eduardo Soto, y a los dos hombres que acompañan al edil. Tras eso se sienta y su mirada cambia por una de tristeza. Esa misma que ha sido su compañera de vida durante gran parte de sus 16 años.Olga, su abuela, una mujer de 66 años, relata con quebradiza voz episodios que ha debido enfrentar la pequeña Grace Avendaño, una niña que nació con el síndrome de Riley-Day. El mismo que hoy y que hace muchos años la tiene sumergida en una profunda depresión.
Grace sólo mira hacia el suelo, mientras su abuela, ya emocionada, narra algunas de las constantes burlas de la cual ha sido víctima, de un acoso permanente que ha debido sufrir de otros niños, que se ríen por algunas de las marcas que el síndrome ha marcado en ella y con el cual Grace no eligió nacer pero que ha debido aprender a convivir con él.
UN SUEÑO REALIZADO
Junto a Grace están Alexis (12) y Araceli (14), sus dos hermanos pequeños. Ellos junto a su madre; viven de allegados en la casa de la abuela de éstos. El padre los abandonó hace ya un año y desde entonces aseguran casi ni han vuelto a saber de él.
Todo transcurre en un tiempo no superior a los 10 minutos. Lapsus en el cual Grace no ha vuelto a levantar su rostro, salvo esporádicas veces para mirar un regalo envuelto cuidadosamente, que uno de los dos hombres que acompaña al alcalde Eduardo Soto, sostiene en sus manos.
El hombre es Cristian Acuña Villalobos, Gerente General de Acuña e Hijos Ltda., quien tras recibir un llamado del alcalde Eduardo Soto, no dudó ni un segundo en ayudar a cumplir uno de los sueños de Grace. Junto a él está Igor Díaz, miembro del Comité de Responsabilidad Social Empresarial de la empresa.
Cuando ambos se levantan y hablan a Grace, su rostro y su mirada vuelven a iluminar la pequeña sala y con la ansiedad y alegría que sólo puede tener un niño de corazón puro vuelve a sonreír. Ya emocionada y con ella su abuela y todos los presentes, abre su regalo y se sorprende con un reluciente notebook. Uno de sus sueños se acababa de cumplir.
UNA AYUDA QUE CAMBIARÁ SU VIDA
El alcalde de Rancagua, Eduardo Soto, la abraza y Grace agradece a él, a Cristian y a Igor. Su abuela también agradece. El edil explica lo que es aún más importante, lo cual es, la ayuda médica profesional que ya comenzó a realizarse hace unos días, justo después de que el alcalde de la capital regional conociera el caso de Grace.
Su abuela, una mujer, que semana a semana recorre cuadras y cuadras hasta llegar a la feria a vender ropa usada que junta y algunos peluches que consigue, cuenta que está cansada, que nunca había pensado en pedir ayuda al alcalde Eduardo Soto, pero que desde que lo hizo, sólo tiene palabras de agradecimiento.
"Ha sido una bendición, nos ha ayudado mucho, ha abierto una luz de esperanza para nosotros", explicó. Eduardo Soto agregó que el municipio tomará el caso y le seguirá brindando cooperación. "Hoy gracias a la ayuda de Acuña e Hijos hemos conseguido alegrarla, pero continuaremos junto a ellos con ayuda médica profesional y trabajando en la postulación a una vivienda", sostuvo.
Grace sigue observando su notebook, sus hermanos están junto a ella. Su sonrisa se mantiene hasta que la delegación deja el hogar de la familia. Grace se despide y nuevamente agradece. Se saca una fotografía y vuelve a sonreír y antes de despedirse asegura que espera salir adelante. Tras esas palabras la sonrisa se adueña de todos los presentes.