En Rancagua dio trémula nota el clarín de la muerte al sonar y fue un riego la sangre patriota para el árbol de la libertad. Ave Fénix, que nunca perece revestida de un nimbo triunfal, ¡Oh Rancagua! Tu gloria florece en un loco heroísmo inmortal. En tu plaza se vio reflejada una hoguera de inmenso fulgor de tu plaza la gran llamarada y de O’Higgins el fiero valor. Cual guirnalda de octubre, florida en tus calles los nombres se ven de los bravos que al darte sus vidas un laurel han prendido en tu sien. Y una torre que el tiempo detiene, centinela de honor y de luz, para el pecho del héroe sostiene de martirio y de gloria, una cruz.
Letra: Oscar Castro Zúñiga