El alcalde Eduardo Soto, quien también se hizo parte de la festividad, destacó que esta celebración reunió en un solo lugar las costumbres más arraigadas de nuestro campo.
Sin lugar a dudas, el sector de Chancón debe ser de esos recónditos lugares de Rancagua en los cuales aún se preservan vivas las tradiciones de nuestro campo, todo lo cual se exalta mucho más cuando comienzan a soplar los primeros aires dieciocheros en la que es catalogada como la ciudad más huasas de Chile.
Por este motivo, es que uno de los panoramas imperdibles para disfrutar en estas festividades es la ya tradicional fiesta criolla, que año tras años se desarrolla en este punto de la comuna, la cual tiene como sello el hecho de estar llena de actividades arraigadas en lo más profundo de nuestra chilenidad.
En esta oportunidad, los encargados de darle vida a esta concurrida celebración fueron los alumnos y profesores del Colegio Virginia Bravo, quienes dieron inicio a los festejos con un desfile encabezado por la banda de guerra del establecimiento, que luego dio paso a una representación artística con diferentes bailes latinoamericanos.
Paralelamente, los vecinos de esta hermosa localidad rural les ofrecieron a los visitantes una variada muestra gastronómica con platos típicos, donde las empanadas de horno, anticuchos y sopaipillas, fueron lo más apetecido, especialmente éstas últimas para capear las bajas temperaturas reinantes la tarde de este sábado recién pasado.
El alcalde Eduardo Soto, quien también llegó hasta el sector de la cancha de Chancón, destacó que este tipo de celebraciones resaltan el amor por nuestros símbolos patrios, así como el respeto por las tradiciones, todo lo cual se tiene que exaltar durante todo el mes de la patria a lo largo del país.