- Grupo de 24 jóvenes, todos ex alumnos del Colegio de los Sagrados Corazones de Manquehue, estuvieron durante una semana entregando además alegría a los niños del sector.
Luis Muñoz vive con su pareja y cuatro hijos en el sector de Puntas de Fierro, y por años su sueño fue poder ampliar su pequeña vivienda de 45 mts2.
Ese anhelo se hizo realidad gracias a la labor social que 24 jóvenes realizaron durante una semana en dicho sector rural, donde estos ex alumnos del Colegio de los Sagrados Corazones de Manquehue pusieron a disposición su trabajo, entusiasmo y alegría.
La iniciativa de estos jóvenes nació hace seis años, cuando por primera vez arribaron a nuestra comuna para prestar ayuda social a personas de escasos recursos. Centraron su labor en los sectores rurales.
Ha transcurrido un lustro de esa primera vez, y el espíritu solidario es seguido hoy por una segunda generación, ahora apoyados por el alcalde Eduardo Soto.
Vicente Domínguez pertenece a la primera generación, y el pasado sábado arribó hasta el sector surponiente de Rancagua para ayudar en las labores finales. Su trabajo se centró precisamente en terminar la cocina que por años soñó Luis Muñoz.
"El proyecto nació con la idea de hacer más entretenidas las tardes de los niños durante sus vacaciones, pero luego se fue ampliando a las mañanas, donde aprovechamos de ayudar a la gente a ampliar o reparar sus viviendas", cuenta el estudiante universitario, ya a punto de dar su examen de grado.
Su hermana Josefina Domínguez lo acompañaba. Sobre ella pesa la responsabilidad de continuar la senda iniciada por su hermano, desafío que asume con alegría. "Me encanta ayudar ... y la felicidad y el cariño que nos entregan toda esta gente, los niños, es algo muy bonito y reconfortante", expresó la joven.
"Esta ampliación era mi sueño, porque estábamos viviendo en un espacio que nos había quedado chico. Esta ayuda es excelente. No tengo palabras para agradecer todo lo que me han dado", dijo un emocionado Luis Muñoz.
Su pareja Patricia Ramos, inundada por la emoción, señaló escuetamente que "solamente les puedo dar un millón de gracias, porque es mucho el cariño y ayuda que nos entregaron", señaló Patricia, sin dejar de mirar su nueva vivienda.
Mientras las labores de terminaciones de la cocina de Luis Muñoz continuaban, otro grupo de jóvenes jugaba en la cancha del sector con los pequeños. Música, canto, baile y el juego de la ronda componían la serie de actividades que se conjugaban para un sólo objetivo: hacer feliz a los niños.