Fue conocido como el vagabundo de San Martín y muchos mitos se formaron en torno a él. Lo cierto es que él y su familia siempre esperaron una mano amiga que les tendiera un puente hacia la rehabilitación que hoy gracias a la voluntad y preocupación del alcalde de Rancagua ha sido posible.
José Pissani Pissani pasó por lo menos 20 de sus 52 años vagando por las calles de Rancagua. Por las noches y las mañanas dormía en las afueras del ex Corp Banca, ubicado en San Martín al llegar a Cuevas. Por el día deambulaba por las calles del centro.
Acompañado de algunos perros, barba y pelo sin cortar, mal oliente, sin zapatos, en condiciones sumamente precarias este hombre de apariencia intimidante para los más pequeños y de lastima y desprecio para los más adultos era parte del paisaje diario que ofrecía el centro de la ciudad.
Si bien muchos lo conocían pocos sabían que tras el existía una historia marcada por el abandono. Hijo de un padre que nunca conoció, José Pissani llegó cuando apenas era un bebé al hogar de Manuel Galaz Sánchez, quien desde ese día se transformaría en su padrastro y verdadero padre.
"Lo conocí de chiquitito, era muy travieso y de chico presentó interés por salir a la calle, se perdía, no volvía y su madre no me dejó meterme en su crianza. Me dijo clarito, tu cría a tus hijos y yo a los míos. Así que por más que intente y quise nada pude hacer", relata un emocionado Manuel.
UNA INFANCIA MARCADA POR EL ABANDONO
Con 9 hermanastros más José Pissani fue creciendo en un hogar de la Población Granja. Estaba unos días en la casa, otros se perdía. Siempre silencioso, solo. Una crianza un tanto disfuncional. Su padrastro asegura que por malas juntas y por su silencio otras tantas estuvo detenido, aunque también cuenta orgulloso que en ocasiones estuvo trabajando por cerca de un año en Sewell (de jornalero) "y también era futbolista, de los buenos, jugó los barrios y lo venían a buscar todos los domingos", indica Manuel al mismo tiempo en que mira con ojos cristalinos a José.
Así fue su vida, hasta la muerte de su madre. Ese hecho gatilló que un día de año nuevo, Pissani saliera a la calle para nunca más volver. La soledad se volvió en su más fiel compañera. El silencio en su amigo cómplice. Cambió su hogar por tristes noches a la luz de la luna; su cama por frías calles, su antigua vida por una nueva que sin pensarlo lo sumiría a él y a su familia.
Fueron años de sufrimiento. Tiempo en que la familia de Pissani golpeó puerta tras puerta, en busca de un corazón que tendiera una mano. "Nos aburrimos de pedir auxilio. De pedirle a las autoridades que nos ayudarán para sacar a José de la calle", dijo Patricia López, hermanastra.
EL CARIÑO DE SU FAMILIA: CLAVE EN LA REHABILITACIÓN
Su madrastra agrega que "en vez de ayudarnos el alcalde y otras autoridades que habían antes le echaban a carabineros. Lo acusaban de violento, de agresivo y eso nunca fue así. Ahora mismo, es preocupado, obediente, se porta muy bien", manifestó Clara Torrealba, esposa de Manuel.
El cariño entregado por sus padrastros y hermanastros, ha sido clave para la recuperación que ha presentado Pissani. Tratamiento que comenzó en junio de 2009 cuando el municipio de Rancagua se hizo cargo de su tratamiento psiquiátrico en una Unidad Hospitalaria de Corta Estadía (UHCE), al mismo tiempo en que se contactaba a sus familiares.
Tras salir de la UHCE Pissani ya no volvería ser el mismo hombre. Esta vez volvió a su hogar. Una mediagua equipada donada por el municipio, ropas limpias, útiles de aseo son sólo algunas de las cosas que encontró en su retorno a casa.
Su padrastro, el mismo que lo recibió cuando apenas gateaba lo volvía a hacer 50 años más tarde. Sin embargo, existía el mismo cariño y aún más. "Mi viejo sufría con su situación. Cuando me contó que existía esta posibilidad yo de inmediato le dije que sí", expresó Clara.
"Yo sufría con él. Me daba pena verla botado, abandonado. A veces iba a verlo, a conversar con él, le llevaba cigarros, le pedía que volviera, pero nada. Hoy estamos todos mejor", indicó Manuel.
LA NUEVA VIDA DE PISSANI
Hoy Pissani es un hombre nuevo. Su familia también lo siente así. Si hasta y tras 22 años de noviazgo, su padrastro y madrastra se casaron hace un par de meses. Pissani estuvo en la ceremonia y fiesta. Con un terno negro que enseña orgulloso.
Anda en bicicleta, camina por su calle en Villa Las Rosas, se sienta a tomar el sol, recibe el saludo de vecinas, se levanta cerca de las 12, almuerza y toma once con su familia, ve noticias y le gusta mucho el futbol "y el O'Higgins", como el alcanza a clamar.
Por esta misma razón la mañana de este miércoles y en una de las tantas visitas que el alcalde Eduardo Soto ha hecho a José, el edil entregó una camiseta del "Capo de Provincia" y tres entradas para el duelo que O'Higgins tendrá este sábado con la Universidad de Chile.
Pissani saluda y da las gracias al alcalde. Lo mismo hace su familia en el momento en que recibe ropas, útiles de aseo y mercadería. "Ojala siguiera por siempre don Eduardo. Nos ha ayudado mucho, gracias a el y al señor hoy estamos bien", sentenció Clara.
"Agradecemos mucho al alcalde. El lo sacó de la calle y él entregó esta mediagua a José. Además siempre está preocupado, visitándonos, llamándonos. Es una gran persona, de enorme corazón. Su labor es gratificante, porque nos dijo que lo haría y cumplió. Hizo lo que nadie más había querido hacer", concluyó Manuel.
ALCALDE EDUARDO SOTO
"Lo hicimos porque nos nació del corazón"
"A José lo conocí cuando deambulaba, primero en Calvo y luego en San Martín. Siempre me llamó la atención que siendo un hombre joven viviera en estas condiciones por eso cuando asumí como alcalde una de nuestras principales preocupaciones fue darle una mejor vida".
Es así como el municipio contactó al Hogar de Cristo, Servicio de Salud y otras instituciones que permitió realizar el tratamiento, al mismo tiempo que se gestionaba una pensión básica solidaria para José y se compraba una mediagua que fue instalada en el terreno de sus padres.
"Estamos muy contentos por la evolución que ha presentado José, por ver a su familia unida. Esta es una prueba de que cuando existe la voluntad de ayudar y existe el cariño las cosas son posibles", manifestó el alcalde Eduardo Soto.
VOLVIÓ A SU ANTIGUO HOGAR PARA RECORDAR SU VIDA
José se alegra con cada visita que recibe. Sus ojos y rostro expresan esa tranquilidad. Si bien no habla mucho si responde las consultas que recibe. Es por eso que aclara que "esta bien", que "se siente bien" o que "esta contento".
Sólo al ver las entradas y camiseta de O'Higgins que el alcalde Eduardo Soto le llevó hasta su hogar cambia sus frecuentes monosílabos por algunas interrogantes, por eso no se demora en preguntar. ¿Cuándo es el partido? ¿Con quién juega el O'Higgins", para después responder "Vamos a ganar".
La mañana de este miércoles José Pissani Pissani decidió volver al lugar que hizo su hogar. Camina por calle San Martín y en Cuevas se detiene a mirar al mismo tiempo que de sus ojos surge una luz que refleja la emoción que debe sentir al ver que esta vez su vida es distinta.
Los colectivos y comerciantes que pasan por el sector le tocan la bocina, lo saludan, algunos lo abrazan. Muchos le dicen creíamos que estabas muerto, al conocer la historia y de la ayuda entregada por el alcalde de Rancagua todos se alegran, lo felicitan, le desean fuerza y suerte.
Pissani se despide. Antes responde que su vida ahora es mejor. "Me gusta más", responde. Su padre enciende un cigarro. Pissani hace lo mismo. Caminan juntos por San Martín y conversan. No alcanzamos a oír, nos gustaría hacerlo, sin embargo no hace falta, don Manuel lo abraza...